jueves, 27 de junio de 2013

Reciclar una lata de aceite, una buena decisión

   Como dijo el poeta, "se hace camino al andar". Y así vamos, caminando, haciendo el camino, abriendo poco a poco un futuro, que no será mío, que dejaré para mis hijos, para mis nietos. Tener conciencia de que estamos de paso, de que tu mundo no lo es, es de todos, de los que estuvieron, de los que estarán. Y en todo ello juegan un papel muy importante la toma de decisiones. Los días están llenas de ellas, en ocasiones pequeñas, en otras enormes que marcan un antes y un después.

   Creo que las personas se diferencian unas de otras por muchas cosas, está claro, pero también por cómo actúan ante las tomas de decisiones, y sobretodo, en la forma de manejarse después de que se han dado cuenta de que se han equivocado. Creo que ahí está una de las claves entre tener una buena vida, en ser feliz, o no serlo. Porque es verdad que todos nos equivocamos, que la fastidiamos, que nos arrepentimos...pero si después de darte cuenta, sólo te quedas con eso, si no sabes cómo salir del embrollo, aprender de tus errores, entonces sí que el error se ha convertido en fracaso.

   Los errores me han servido de mucho, y no me arrepiento de ellos. Un error debería ser siempre una nueva oportunidad para hacerlo bien, para no caer en lo mismo, para tener experiencia.


   Y ahora vamos a reutilizar: No me voy a extender en explicaciones, porque con las imágenes yo creo que queda muy clarito. La base es una simple lata de aceite. En este caso es de 5 litros. Tiene que estar bien limpia, por supuesto, por dentro y por fuera.


Qué vamos a necesitar: Un poco de cuerda natural, silicona y pistola para aplicarla (o algún pegamento similar), martillo para darle unos golpitos a los bordes y que no corten, y un poco de madera si se quiere, para ponerle tapa. Y barniz.


Comenzamos. Un trocito de madera pegado a la parte alta para luego poder poner la tapa.


 Comenzamos a pegar la cuerda por la base




Colocamos la tapa con un tornillo.


Y utilizamos un poco de tinte para darle color


Y barnizamos la cuerda.


¿A qué quedó genial?
 Y

Lo tenemos en el baño, para poner dentro el papel higiénico.
No la hice yo, fue un regalito que me han hecho en casa. Me encantan estos regalitos
Un beso
¡¡¡Nos vamos de vacaciones!!!

miércoles, 5 de junio de 2013

Pan de jamón con ingrediente sorpresa

    Tengo un precioso recuerdo de una mañana de domingo con mi padre. Yo debía tener unos 9 años. 

   Íbamos toda la familia a pasar el día al monte, pero antes pasamos por la pastelería de mi tío Manolo. Estaba haciendo unos panes enormes, uno de ellos con chorizo ("de perro" le llamamos por aquí, es parecido en textura a la sobrasada, pero NO es sobrasada). Recuerdo a mi padre hablando con su hermano, les escuchaba de fondo, pero yo no quitaba la vista de aquel trabajo fantástico que hacía mi tío con su manos en aquella masa. Después sacaba el chorizo del plástico, y lo metía dentro de la masa del pan aún cruda y lo cerraba. No recuerdo más. Seguramente me comí una de sus "suelas", que eran fantásticas, o una "palmera" (en aquella época sólo me gustaban los dulces secos). El pan tendría que levar y luego hornearse. No recuerdo la espera pero sí el olor...fantástico, y aquella visión, cuando sacó aquel pan que ya era enorme estando crudo, y había crecido muchísimo dentro del horno, como por arte de magia. Queríamos probarlo a toda costa, pero los mayores se aguantaron y a mí no me dejaron... tenía que llegar entero al monte. Y llegó, y allí lo partimos. No duró nada, cuando quise otro trozo ya se había terminado. Estaba increible.

   He intentado copiar el pan con chorizo de perro de mi tío, pero no he tenido éxito, siempre se me abre estando en el horno, se sale toda la grasa  y el invento se fastidia. Pero seguiré intentándolo, y cuando consiga la receta perfecta, les prometo que la compartiré con todos. 

   Hoy traigo una receta que me gusta mucho, es muy sencilla. Tiene ingredientes que se suelen tener en casa y no es necesario ser un manitas en la cocina para que salga genial. Lo que hace falta es tiempo, porque el pan lo necesita, y calorcito de la cocina, estando tapadito y sin corrientes. Las masas son mimosas y hay
que ser pacientes con ellas para tener buenos resultados. Este pan se parece al pan de jamón típico de Venezuela, pero tiene algunas variaciones en el relleno. Yo tengo pendiente hacer otros rellenos, porque a mis peques no les ha gustado esta combinación (mi marido y yo encantados, así hay más para nosotros, jajaja)

Ingredientes:
Para la masa del pan
500 g de harina (de la normal, sin levaduras, y no es harina de fuerza)
1 cucharada colmada de levadura seca. (no  nos vale la levadura química -tipo Royal)
200 ml de leche tibia (un vaso de los normalitos)
2 Huevos medianos (a temperatura ambiente)
50 g de azúcar
1 cucharadita de sal
50 g de mantequilla (a temperatura ambiente)
Para el relleno:
200 g de paleta de jamón cocido en lonchas más bien gruesitas.
Y mi ingrediente sorpresa...3 cucharadas de Cebolla caramelizada. Yo usé esta,
que me regalaron, pero  puedes hacerla fácilmente tú mismo, prueba la receta que te doy en este enlace

Comenzamos:


   Ponemos la harina en un recipiente bien hermoso, se mezcla con el azúcar y la levadura. Se pone todo con forma de volcán, dejando un buen cráter en el centro, dónde irán los líquidos que echaremos inmediatamente: los huevos algo batidos, la mantequilla a temperatura ambiente, la leche tibia. Y lo mezclamos todo, primero con una cuchara de madera, y ya luego con las manos. Pasados unos 5 minutos mezclando, añadimos la sal (que no se olvide). Seguiremos amasando todo. Al principio es muy pastoso, pero según se va amasando, cada vez la podemos manejar mejor, no desesperar. Se pasa esta mezcla al poyo de la cocina (bien limpio y enharinado) y se sigue amasando.

   Es conveniente tener a mano algo de harina, para ir añadiendo gradualmente si la masa así lo pide. Es fácil, después de 6 ó 7 minutos de amasado, ya la masa tiene que estar como en esta foto, manejable y elástica. Si está muy pegajosa aún, iremos añadiendo algo de harina, pero no pasarse, darle su tiempo, para que así salga una masa fina y rica.


   Una vez que ya lo hemos conseguido, después de 8 a 10 minutos de amasado, la dejaremos hecha una bola, dentro de un recipiente amplio, que engrasaremos un poco y tapada con film de cocina. La dejamos levar en un lugar cálido de la cocina hasta que doble el volumen. Depende de la temperatura que haya puede ser más o menos. Una hora suele ser lo habitual. 


   Pasado este tiempo, la sacaremos con mimo, y la extenderemos con un rodillo, o si no tenemos, podemos usar una botella de cristal limpia. Se extenderá desde el centro hacia el exterior, haciendo un rectángulo. El lado más corto será el largo de nuestro pan, así que tener cuidado de  no hacerlo demasiado grando porque tiene que caber en la bandeja de nuestro horno. Hay que tener en cuenta también que el pan va creciendo con el posterior levado y el hornado.


  Una vez lo hemos extendido, con un grosor aproximado de 1 cm, le ponemos las cucharadas de la cebolla caramelizada por toda la superficie. 



   Luego la cubrimos con el jamón, dejando un poco de espacio por los bordes para poder cerrarla bien.
Yo corté un trozo de masa que dejé fuera del pan, para luego decorarlo.

   Y ahora tenemos que cerrarlo. Se hace con cuidado, enrrollando como si fuera un brazo gitano, con mimo y cuidado, sin dañar la masa. Una vez enrollado, casi llegando al final, humedecemos el borde con un poco de agua (sirve mojarse los dedos) y así la masa se cerrará bien, presionando un poco. Este cierre irá en la parte de abajo del pan. Los bordes laterales también se cierran de la misma manera, humedeciendo los dedos y presionado un poco la masa. Tiene que quedar bien sellado.

   Colocaremos nuestro pan ya en la bandeja del horno, que irá protegido con papel de hornear. Decoramos con la masa  que dejamos pendiente  y taparemos con un paño de algodón, limpio y ligeramente humedecido. De nuevo, lo dejamos levar unos 45 minutos en un lugar cálido de la cocina, sin corrientes. El pan volverá a aumentar su tamaño.


   Cuando haya terminado el último levado, será la hora de meterlo en el horno (que estará precalentado a unos 180 grados). Antes de hornearlo, lo pintaremos con un huevo batido, siempre con mucho cuidado para que la masa no se rompa. Y ya sí, lo metemos en el horno, a 180 grados, durante 45 minutos, en el centro de nuestro horno. Si vemos que se tuesta muy rápido la parte de arriba, colocaremos un trozo de papel de aluminio por encima, a modo de manta, que quitaremos posteriormente para que termine de dorarse correctamente.


Y este es el resultado, un rico pan, con un sabor muy interesante, por la mezcla de dulce y salado. Seguro que no dejará indiferente a nadie.












Espero que les guste, que lo hagan y me cuenten cómo les ha salido.
Un beso gordo