miércoles, 29 de mayo de 2013

El viaje de un mensaje

    Una botella, un mensaje escrito en papel, una pinza de la ropa y un corcho. Todos estos elementos conforman una bonita historia de amistad entre una familia holandesa y Casa Azul.

    Todo comenzó en el año 2003, en Tenerife. Un niño de 6 años lanza una botella cerrada, con un papel dentro enrollado y trabado con una pinza. Toda la familia está presente, sus padres y su hermana. Son holandeses y están disfrutando de sus vacaciones en la isla. En el  papel escriben su dirección en Holanda. Prueban suerte, tienen la ilusión de que alguien la encuentre muy lejos y les escriba para que les cuente dónde y cuándo. Es un juego de niños, pero quizás... El momento es inmortalizado con una fotografía: el pequeño sale lanzando la botella, le faltan algunos dientes de leche, está coloradito por el sol y sonríe.


    Pasados 3 días, un fin de semana de verano, estoy con unos amigos y mi marido en Teno, la punta noroeste de Tenerife. Hemos pasado todo un día de mar y risas. Ya a última hora, con la puesta del sol, a punto de marcharnos, mi marido ve a lo lejos, flotando en el mar, una botella. "A lo mejor tiene un mensaje dentro", nos dice. Todos nos reímos de él. Pero no se lo piensa, se lanza al mar y nada hasta recogerla. ¡¡¡¡Tiene un papel dentro!!!! La abrimos, yo muy nerviosa e ilusionada. Encontramos un mensaje escrito en inglés. Descubrimos que la botella ha viajado con la marea durante 3 días, desde la punta Sur de la isla. Estoy encantada. Al día siguiente les escribo una carta y la envío a la dirección que aparece en el mensaje. Les cuento quiénes somos, y dónde y cuándo encontramos la botella.

Y así comienza una amistad por correspondencia entre Holanda y Tenerife.

    Con el paso de los años, cuando ya han nacido nuestros niños, nuestros amigos regresan a disfrutar de unas vacaciones,y por fin nos conocemos. Cenamos 2 noches juntos, una de ellas en casa. La amistad se refuerza.

    Pasan los años y nos volvemos a encontrar en otras ocasiones, durante sus vacaciones. Incluso nos acompañan a una Romería de las fiestas del pueblo.

    Este año hemos tenido otra agradable sorpresa, nuestra amiga ha pasado un tiempo aprendiendo español en Barcelona, y ahora está pasando una semana con nosotros en casa, para reforzar el idioma, también nuestra amistad y cariño. Tenerla en casa me trae recuerdos de mi época de intercambio en Francia. Me gusta pensar que voy a ser parte de sus recuerdos en el futuro, al igual que yo los tengo de esas 2 semanas con la familia Pesneau. Y también los tendrán mis hijos. Es bonito.

    Estamos intentando ayudarla a que aprenda muuuucho español, y también que lo pase lo mejor posible (a veces es difícil por los horarios de trabajo y colegio), que quiera repetir otros años.

    Una amistad maravillosa que comenzó cuando un niño, hace 10 años, lanzó aquella botella al agua.
    Gracias amigos.

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